miércoles, mayo 09, 2007

San Cristóbal, Bogotá Mayo 5 de 2007

Amada Hija…

Hoy te escribo mientras duermes, sólo tienes dos años y diez meses; seguramente cuando crezcas poco o nada de lo que hoy existe y que se conoce como Bogotá va existir. Por eso he decidido describirte, de manera más o menos detallada, como es la ciudad donde naciste y donde seguramente ha de transcurrir tu vida, si es que el destino y Dios no disponen otra cosa:

El Barrio…

Tú fuiste concebida en San Cristóbal Sur, uno de los tantos barrios que conforman la gran ciudad, cuando llegamos acá el barrio estaba despegando dentro del proceso de modernización que sufrió toda la ciudad en la última década, has tenido la fortuna de disfrutar en vivo, y sí que lo has hecho, una de las obras del maestro Salmona, arquitecto insigne que diseñó y construyó el conjunto donde estamos viviendo; lo que más me gusta de este sector es la cantidad de espacio libre, sólo dios sabe como has disfrutado el parque aledaño y como cansas cuando te despiertas y lo único que preguntas es que si hoy es día de ir al parque.
Pequeño Tesoro tus pies han corrido, caminado, tropezado y desgastado el terreno que cubre este lado de la ciudad, y a tu corta edad, lo amas como nadie, ojala la gente de la ciudad amara el sitio donde viven como tú amas hoy en día tu barrio y su parque.

De donde Vienes…

Pequeño corazón, Valeria, tú como muchos de los hijos de esta ciudad, eres el fruto del eterno desplazamiento de tu país. Si, si miramos hacía atrás con la lupa de la añoranza, te tengo que decir que desciendes de hijos de campesinos desplazados por las diferentes oleadas de violencia que han marcado nuestra historia, el hecho de que tu familia no lo diga, no quiere decir que no nos hubiera pasado, por ejemplo, el papá de tu abuelo paterno fue excomulgado por la intolerancia de alguna gente boyacense que se consideraba azul y que en su región no quería colorados, y el destino de sus hijos fue buscar vida en los horizontes de las montañas vecinas, tu abuelo, mi padre en su santa función de impartir justicia como policía recorrió los santanderes, de donde soy yo, y ante su retiro decidió que el mejor sitio donde podría vivir y construir su familia es Bogotá, por eso me siento, más bogotano que norte santandereano; si por el lado mío llueve, por el lado de tu mamá no escampa, tus abuelas nacieron en Duitama, y otra vez, el destierro, la falta de oportunidades y la consabida violencia hicieron que vinieran acá, donde se construyeron como lo que hoy son.
Agradece haber nacido en una ciudad que nos ha acogido a todos, siéntete dueña del destino que la afecta y disfruta lo que en tu tiempo te es dado por el sacrificio de tus ancestros; Bogotá mi niña, es para el colombiano, el sueño, la esperanza viva de que las cosas pueden cambiar, para bien o a veces para mal.
Si no crees que todos somos producto de esta gran ciudad, entonces dime porqué, siendo yo un hijo adoptivo de Kennedy donde caminé mis primeros pasos, tuve mis primeros encuentros y también los desencuentros, me eduque, amé y viví, ¿estoy hoy aquí tan conforme?

Tu Gente…

La gente de tu ciudad está conformada por multitud de razas, colores y regiones del mundo, es gente trabajadora, que vive cada día como si fuera el último, que despierta ante la vida con la esperanza de un país mejor, pero que vive aislada por el crisol de la fantasiosa verdad que hace que veamos bien lo que esta mal, o que hace que seamos ciegos ante la realidad, tu ciudad está gobernada por los cerros que son como un escudo que la protege de las inclemencias de un país que afuera se desangra, y aunque tiene cosas buenas, tu gente, la gente que te acompaña, parece que está sedada, parece que esta muerta a lo que no entiende, ve o sufre, tu gente ha crecido en medio de la cultura de la guerra, en medio del bando que no participa, en medio de la victima que no se siente victimizada por su agresor, que no siente el dolor, porque lo ve lejano, o habiéndolo sufrido está aquí y no hay que preocuparse por el.
Tu gente en medio de su cultura justifica al malo y con ello lo dignifica frente al bueno o a la victima, tu gente no distingue entre la guerra por la comida y la guerra por el poder, tu gente confundida se acurruca, con la cabeza entre sus piernas espera que el fuego no la toque.
Tú, como ser humano no debes caer en el juego de la costumbre, debes mantener la esperanza de la construcción de la sociedad, de la verdad como principio y como fin, de la tolerancia como obsequio de la complacencia en la existencia del otro, la sociedad que transforma a través de sus contrarios en oposición.

Por último pequeño corazón, en memoria de quienes te hemos dado la vida, deberás ver el futuro con la frente en alto, con la fuerza de la historia que acompaña tu hogar, con el empuje de los ancestros que se hicieron antes que tu y con la destreza para encontrar los caminos que sólo tu y tu generación pueden abrir para conseguir un cielo mejor bajo esta, tu patria, la patria de todos; acerca de tu sociedad, recuerda amor, que esta ciudad es el sueño de todos, del obrero, del campesino, del independiente, del caminante, del profesional, del niño, del anciano, del indigente, del que roba por placer, el que roba por gusta, del que roba por necesidad y sobre todo del desplazado.

Ahora duerme mientras tu sociedad, tu ciudad, la gran urbe entre los cerros duerme, con sus luces infinitas e intermitentes, con su pesebre enquistado en sus colinas, con su pobreza, con su riqueza, con sus bienes y hasta con sus males, si un hombre tiene derecho a equivocarse, porque no se puede equivocar toda una ciudad…