lunes, abril 21, 2008




PEQUEÑA:

Oro porque mañana estés mejor de esa horrible y tensa tos que te afecta, mi vida no es lo mismo cuando tu enfermas, porque yo me siento más solo e impotente que de costumbre, traviesa, perdona todos mis defectos y cuando este anciano ora por mí por esos errores que en tu crianza he cometido, dile hoy a DIOS en tu corazón que nos ayude a que te mejores, ayudame a soportar el hecho de que eres una brizna del universo, tan débil pero a la vez tan fuerte, eres la máxima expresión del AMOR puro, simple y verdadero, pequeña valeria duerme hoy y mañana levantate como cuando estas en tus mejores días, riendo o gritando, que al fin de cuentas, querida hija, para eso naciste, para vivir cada día mejor que el anterior.

Sabes que te Amo,

domingo, abril 13, 2008

CONOCI A GAITAN

Querida VALERIA:


A veces manifiesto en estas cartas emoción, a veces lo que manifiesto es dolor, hoy le toca el turno a la admiración.

A proposito de los últimos sesenta años de IMPUNIDAD, 9 de Abril de 1948.
Hace algún tiempo pequeña valeria, cuando la memoria de los abuelos era inocente, casi pueril, camino entre nosotros un HOMBRE, hombre que parecía PUEBLO, PUEBLO que parecía hombre. - La mejor forma para detener el avance de los pueblos es eliminar su esperanza-. Nosotros como nación sabemos mucho de eso, aunque sea dicha la verdad nunca hemos hecho nada, ni siquiera proteger a nuestro líderes, siquiera por aquel asomo de dignidad que obliga al débil a defenderse a pesar de lo paupérrimo de sus fuerzas.
Nunca esperes que tu espalda sea protegida por nadie,, este país cobarde no protege a sus héroes, aunque depende de ellos para existir y construír nación.
Conocí a JORGE ELIECER GAITAN en la tarde de un día de mayo de 1986, fue allá en CUCUTA, lo conocí entonces en los ojos de una anciana centenaria, pobre vieja MARIA, había sobrevivido aquellos aciagos años 40, y aunque para ese entonces ya transcurrian casi 40 años del asesinato, ella recordaba, y su recuerdo se manifestaba en las lágrimas que esos ojos tristes y cansados que nada veían dejan rodar por esa tez morena, quemada acaso por los años de sol y destierro que su alma había vivido, así fué como lo empecé a percibir, a través de los recuerdos de los ancianos, que en su sabiduria impotente no entendian porqué el ángel de la muerte los había despojado de la presencia del Hombre, más tarde lo ví en los ojos de don SEGUNDO, el mismo EUSTAQUIO SEGUNDO que había escapado a la persecución en contra de los pobres de los liberales en TUNJA, Si los pobres de los Liberales, porque los ricos, esos que se enajenaron por un pedazo de la tierra que no les pertenecía, aún gobiernan en contubernio con los asesinos, por ende, son asesinos, sus ojos tristes, otra vez esos ojos tristes, daban la impresión de abandono, impotencia y soledad, provocadas ante la imposibilidad de resucitar a su redentor.
Pequeña niña, así fuí conociendo a gaitan, lo veía casi todos los días, en todas partes, en mujeres, en niños, en lugares, en cuentos, llegué a verlo en la promiscuidad de los Ricos, fué entonces cuando comprendí su grandeza y a la vez su humildad. Entendí entonces al hombre histórico, que comprendió la convulsión de sus sociedad, la necesidad de su gente y que aceptó la límitación de su propio ser; conocí a Gaitan cuarenta años después y lo he visto casí vivo, peremne, eterno y construyendose sesenta años más tarde. También lo conocí en la impotencia de la nación que lo llora, que a su vez pasiva lo dejó asesinar, mató por su muerte, y luego se dejó doblegar por sus asesinos.
Conocí a Gaitan, como conocí a tanto redentor muerto de esta tierra, como PARDO LEAL, ANTEQUERA, JARAMILLO, PIZARRO, CEPEDA Y GARZON, ahora recuerdo que hay más de seis mil muertos más con sus nombres, hombres y mujeres que no son hombres, hombres que son pueblo y pueblo que son hombres y mujeres, nación que no aguanta líderes y héroes, porque los asesina, para más tarde tener la disculpa de llorarlos, como si acaso no fuera responsable de su muerte, pueblo pusilánime, pero pueblo al fin de cuentas...
Una tarde de esas de abril, con el cielo gris por las nubes, un suelo mojado por la pertinaz lluvia y un viento frío, casi helado que enferma y que duele hasta los huesos.
Te amo hija mía.