viernes, junio 12, 2009





ROSA

Se levanta la mujer, con la mañana cuando el sol entra por la ventana que es la misma entrada a su cambuche, ha hecho frio toda la noche, ella hubiera preferido que hubiera llovido, pues habría buscado el calor de su compañero, el negro, que estaba acostado a su lado izquierdo, toca el bulto de ropas en que esta envuelto su luisito, esta caliente todavía, no hay peligro para el, la noche no lo afectó, a ella sí, siente como los huesos le duelen, es una mujer joven pero los años de la calle y el infortunio la han vuelto precozmente vieja, toma un segundo aliento, se incorpora teniendo cuidado de no despertarlos, y sale, necesita una bicha, uno de esos cigarrillos que le calman toda ansiedad, que le hacen olvidar su desdicha, toca su vientre, esta frio, al tocarlo recuerda, todavía nota en su piel las estrías de ese embarazo, recuerda como si fuera hoy, como le dijo a su pareja lo feliz que estaba por su primer hijo, todos estaban contentos, y mirarse hoy, dependiendo de una necesidad tan primitiva, pero que iba a hacer, esa era la vida, suena a esa música de abuelos, pero es así, en el interior de una bolsa encuentra lo que buscaba, también siente el mendrugo de pan, eso bastará cuando el negro se despierte y sienta la necesidad de comer algo, y luis, para luis también alcanza mientras llegan al sitio de trabajo, ahí ya conseguirán para una bolsa de leche y otra cosa, la gente es amplia cuando la ve con luis al hombro, escondido entre sus ropas, cubierto con el chaquetón.
A Rosa le da angustia que gustavo la vea en esas, no lo ha visto desde que lo dejó, de eso ya cuentan algunos meses, o quizás años, no importa, lo que pasó ya paso, y Luis, seguro a gustavo le intrigará como esta Luis, cuanto ha crecido, como está de despierto, ni siquiera llora cuando están trabajando, y lo colaborador que es, el negro no se mete con él, de vez en cuando ejerce su función de papá adoptivo y lo carga, pero no pide cuando lo lleva él, dice que no lo quiere someter a eso, Rosa por el contrario lo pone de manifiesto, eso le da más consideración a la gente y confianza a ella, recibe más plata, si, hay que dejarle el mendrugo de pan a los dos, cuando despierten ambos se sentirán satisfechos por algún rato, y quien sabe, hasta para cuando vuelvan a sentir hambre entonces ya habrán recibido lo suficiente para comprar un desayuno, o algún alma caritativa los habrá auxiliado, así pasa, sale de su cambuche de cartón y madera, enciende una cerilla y comienza a soplar la bicha, así fue como la aprendió a consumir, así la consumirá, la sostiene con sus labios mientras con sus manos acicala su cabello, ya no esta desesperada, la ansiedad ha pasado, por lo menos un poco, oye como el negro se mueve, seguro la sintió, ella instintivamente le sugiere que haga todo lo posible para no despertar a luis, que sigue dormido, - no, no hay problema- el negro sabe lo que pasa, así que se levanta con sumo cuidado y se sienta a la entrada de la choza, del cambuche, y entonces sólo entonces la recrimina, no es justo es la última bicha y no la quería compartir con el, ya esta tarde, si demoran mucho seguro tienen que caminar más y si sitio va a ser ocupado por otros, -tranquila, levanta a luis y vamos, no importa que llegue dormido- ...

SEBASTIAN

Todas las mañanas sale tarde a su trabajo, toma los mismos atajos, ya lo conoce la gente de la calle, su carro es transportado por las mismas vías, pese a su labor hace lo mismo, seguro cree que es más seguro hacer siempre lo mismo que buscar atajos diferentes, siempre ha estado ahí a la misma hora, en la misma esquina espera que cambie el semáforo, para seguir de largo, en los años que lleva de servidor público, escuchando la gente, tomando las declaraciones de quienes han sido estafados, o atracados en la calle, nunca, pero nunca se ha preguntado porque sucede esto, solamente escucha y anota, copia en su ordenador la declaración, hace los trámites que tiene que hacer y luego archiva el expediente, en un país como este - Colombia - a diario son muchas las denuncias por robo, aquí roban de todo, dijo un día en una reunión con los colegas de la facultad, si pudieran robarían hasta la esperanza, así que el, como muchos otros como el cumplen con el sagrado deber de escuchar a quienes van a colocar la denuncia, son los "quejosos", los delitos a los que si les tiene que poner cuidado son los más graves, el resto no, como van a conseguir a una persona indeterminada, eso siempre queda con responsable en averiguación, y en averiguación se queda, y los demás, los homicidios, los calificados, los delitos en flagrancia, esos sí, no solo les pone el cuidado necesario, sino que además vigila que sus dependientes los indaguen, investiguen y resuelvan. Esos si presta mérito adelantarlos.

Sebastian siempre ve a los dos ciudadanos de la calle en el semáforo, siempre los saluda y de vez en cuando deja alguna recompensa en la parte exterior de la ventana, no gustaría de tocarlos por los hongos, los ácaros y los piojos, esta gente no se baña, siempre ve con curiosidad el bulto que llevan, el niño arropado con los mismos chiros, y la chaqueta negra y sucia encima, llueva, haga sol o este presente ese endiablado frío, pobre niño, alguien debería hacer algo por él, rescatarlo de la vida que le tocó, con esos padres, como esos habitantes de la calle pueden llegar a tener un niño, a lo sumo tiene dos años, pero esos niños son más fuertes, no se le escucha una lágrima, tal vez porque la ventana evita el sonido exterior, en fin, el billete les sirve, ya sean mil o dos mil, no importa a ver si le dan algo caliente a ese muchachito.

Sebastian siempre los mira extrañado, un día, un día de esos en que la curiosidad despierta con el hombre y lo lleva a sus más diversos descubrimientos, decide bajar los vidrios, y entonces pregunta - ¿Cuantos años tiene el niño? - Rosa impávida, entre asombrada y temerosa, responde, no tiene años, solo meses, más sorprendente aún, como pueden sobrevivir estos hombres, - ¿y donde viven?- en el cambuche, cerca del parque del barrio jardín, - ¿ya desayunaste mujer? - si, Responde Rosa, -¿me lo dejas ver?- Rosa acerca su precioso bulto a la ventana, cuidando de descubrir al niño, evitándole el frío. Sebastian se acerca a su ventanilla, y lo descubre, el niño tenia la cara sucia, sus manos estaban entumecidas y sucias como en disposición de solicitud o de abrazo, estaba completamente desnudo, Sebastian lo miró perplejo, uno, dos, tres, cuatro, cinco segundos, dio un billete de cinco mil pesos a la mamá y arrancó el carro en el cambio del semáforo.

Adelante se tomó la cabeza, la imagen del niño sintético quedo grabada en su mente, como si fuera una pesadilla de esas de las que uno quiere despertar, ¡Era un Muñeco!, se grito así mismo y golpeó el volante del auto, atrás quedó Rosa - si ve Negro - el Niño ayuda, el mono lo vio y no más me dio este billete, nunca nos había dado tanto, ahora sí podemos ir a la panadería, seguro podemos desayunar, - ve Negro - luisito si nos ayuda...

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